Entro en la sala de reuniones y todos los que mandan me sonríen, Eso es mala señal, Sí señor, mala de la hostia.
–¡Qué bien, ya estás aquí!
Dice Ventas, como si recorrer los veinte metros de pasillo que separan
Desarrollo hasta allí fuese algún tipo de hazaña. No escucho con mucha
atención el resto de la charla, sé de sobra que lo qué significa, que
me han buscado algún tipo de faena cansada, desagradable o las dos
cosas, algo que nadie de los sentados a la mesa quiere hacer.
–¿Verdad que tú te llevas bien con Chen? –pregunta.
¿Me llevo bien con Chen?, no me llevo mal, sobre todo porque me parece
que no he hablado nunca más de veinte palabras seguidas con él. Chen me
presenta problemas, yo los resuelvo, si no están a mi alcance los derivo
a quien toque, luego los olvido. Creo que él hace exactamente lo mismo.
Sé que explicar esto está fuera de mi alcance, los tipos de la mesa
solo quieren que les des la razón, solo de muy tarde en tarde aceptan
algún tipo de razonamiento, así que contesto:
–Sí, bastante bien.
En mi recuerdo inmediatamente estoy recibiendo las disculpas de Viajes
por los billetes que me ha podido conseguir y seguidamente me encuentro
volando durante veintiuna horas hasta Hong Kong, con paradas en Dubai y
Bangkok
¿Has oído hablar del jet lag?, es una cosa jodida. La única manera de
librarse de él es viajar rápido. Tu plan a de ser llegar, trabajar,
volver y punto. Así tu cuerpo, tu mente, no llega a sentir el cambio de
horario, solo tiene la sensación de que has trasnochado, hecho alguna
locura juvenil. Se queja, pero en cuanto consigues volver a dormir en tu
cama te recuperas. Esta vez no va a ser así, en cuanto llego a HK
descubro que hay un montón de nuevas restricciones, un retroceso a los
primeros tiempos de la pandemia y acabo en una especia de media
cuarentena en el hotel, mientras intento resolver un montón de tramites
burocráticos para que el mero hecho de salir a la calle no me meta en
problemas. Chen está peor, ha quedado varado en algún punto de la China
continental.
Al cabo de dos días estoy autorizado a salir a la calle, todavía no
puedo entrar en un restaurante o en un cine, pero algo es algo, puedo
pasear y morderme las uñas.
Mi hotel está en Kwolon, hay más rascacielos que en Manhattan y sin
embargo a nivel de suelo continúa siendo una aldea china. Todos los
edificios han crecido mirando a las avenidas sobre el solar que en su
día debía ocupar una choza con tejado de paja de arroz y una
porqueriza en la trasera, la cuadra es ahora parte de un callejón de
menos de tres metros de ancho que trazan una cuadricula intercalada a la
de la gran ciudad. En esta ciudad trasera miras hacía arriba y el cielo
es una linea quebrada muy arriba, aunque no miras mucho hacia él porque
de las paredes que lo delimitan, cubiertas como están por los bajantes y
por los aparatos de aire acondicionado, gotean continuamente una
llovizna sucia, pero eso no impide que el nivel de suelo, como en
cualquier otro punto de la ciudad, esté llenos de comercios, en los que
se vende cualquier cosa que se pueda comprar. Los dependientes de estas
tiendas desde luego que no hablan español, ni siquiera inglés, pero
todos intentan entenderse contigo por señas si ven la más mínima
oportunidad de sacarte un dólar (de Hong Kong, te dan siete por un
euro).
El chino viejo que atiende se debe fijar en como me cuelga la mandíbula y
antes de darme cuenta se ha colgado de mi brazo y me estaba soltando su
rollo, del que pude entender lo siguiente:
Aquellos cacharrillos, clones rigurosos del Dumble overdrive especial,
eran realizados por la empresa Grand de Shekou, Guangdong, una empresa
de 230 trabajadores, (lo que para China es una empresa familiar), cuyo
único objetivo en la vida era la felicidad de sus clientes y bla bla
bla. Al cabo de nada no le escucho, me es igual lo que diga, la pinta
del cacharro es impresionante, son tal como los recuerdo en las fotos,
lo dicho: potes rollo fender, rejillas de rombos, trimmers en la
trasera… El precio del modelo de 20W eran 8400HK$ y el de 50W 11.200HK$.
Hay es donde me libero de su abrazo y le suelto que súper bien, pero
que el trasto no me cabe en la maleta. Él sonríe como hace Fumanchú en
las películas cuando va a hacer algo realmente malo y dice que me lo
pone en casa por ese precio. Yo contesto que vale, pero que no es el
momento, él vuelve a sonreír, mira a derecha e izquierda, supongo que
por si nos vigilan agentes de aduanas o funcionarios del PCCH y me pasa
una dirección de aliexpress, recomendándome que sobre todo mencione está
conversación y su nombre, que es algo que suena como las palomitas
cuando empiezan a reventar en el microondas, luego me saluda
efusivamente, me desea que tenga muchas hijas que quieran ser báculo de
mi vejez, me olvida y se dedica a intentar venderle un lote de repuestos
de Robot barredor a otro chino que me mira mal.
Olvidó nuestra conversación, es comprensible. Chen se libra de los
agentes del PCCH, aparece en HK y queda conmigo en el muelle del
transbordador, un sitio que está muy de moda parece, y se pasa veinte
minutos insultándome en nombre propio y treinta más en el de la gente
que representa, durante toda este tiempo no llego a enterarme de lo que
se está quejando, solo digo lo siento muchas veces y acabo yéndome
cargando con un montón de dossiers (en papel, a la antigua) y
culpabilidad. Paso el día siguiente leyendo la documentación, nada de lo
que pone tiene que ver conmigo ni con mi departamento, todo se resume a
que algún tipo de ventas hizo algunas promesas imposibles de cumplir y
luego debió cobrar un bonus y se fue a Las Vegas.
El mismo día que el gobierno chino decide que no hay peligro en dejarme
entrar en los locales, tomo el avión de regreso, he pasado cinco días
comiendo sandwiches del Seven Eleven, mi intestino se ha detenido. En
algún momento, mientras rehago el trayecto de ida pero a la inversa (HK,
BangKok, Dubai, BCN), encuentro la tarjeta de Fumanchú en mi bolsillo.
Me pongo a escudriñar la página de Grand y bueno, tienen de todo, no
regalado, pero de todo. Me concentro en el Dumble, creo que solo una vez
vi cuatro fotos de uno por dentro. No creo que mucha gente haya visto
mucho más, de entrada hay pocos y además Don Dumble solía cubrir las
placas completamente de Silicona, medio para proteger los componentes de
las vibraciónes, medio para que nadie le copiara los diseños, o sea que
¿es real lo que dijo el chino: son clones efectuado por gentes
preparadas y motivadas? No tengo una opinión, desde luego tanto Orange
Drop a la vista me suena raro, un clon, clon, llevaría más Apolos ¿no?
Cuento y recuento en mi cabeza el importe de las dietas y el de algún
asuntillo que me llevo entre manos, y al final decido que necesito la
pasta para cerrarle la boca al abogado de mi ex, y a mi corredor de
apuestas (¡jodida selección!)
Han pasado un par de días más, me digo que he olvidado a Fumanchú, que está calentura, este nerviosismo que acarreo solo es malaria (que a la fin, la quinina te la cura), que no es GAS otra vez. Me lo digo bastantes veces pero son las dos de la mañana y no puedo dormir, para acabar de arreglarlo me han puesto a esperar una llamada que nunca llega. Por hacer tiempo (solo, por eso, me prometo) vuelvo a mirar las fotos del clon con la misma lentitud que un adolescente mira un catalogo de trajes de baño. Hace tiempo que fantaseo con hacerme uno –un Dumble, no un traje de baño–, Sí, llegarme a Schematics Heaven, elegir uno de los esquemas, el que me parezca menos fantasioso y ponerme a ello. Pienso hasta comenzar en ese mismo momento, pero lo dejo estar, tengo un previo JCM800 atacando una única EL84 por acabar (atenazado por la duda de cual puede ser la cantidad exacta de bucle negativo para que conserve el espíritu). También le he prometido un Ac1,5 a un tipo a cambio de olvidar unos pocos pecadillos, Esta historia también se está alargando demasiado; la escusa de que las 6N32 para sustituir a la EF86 no me llegan de Ucrania no me va a durar para siempre. El demonio que vive al lado de mi soldador ve la ocasión (como me conoce) y me sonríe, como quien no quiere la cosa me lo suelta: haz algo sencillo, un emulador, un pedalillo. Soy tan tonto que me parece una buena idea
Las tres de la mañana me pongo aseguir la pista a los emuladores de Dumble, Hay a patadas aunque lka
red me informa de que los tipos de ROG, como siempre tienen algo que parece tener cara y ojos, siguiendo las pautas de su desarrollo Fetzer Valve tienen uno basado en
los J201. En otro rincón encuentro otro esquema, este a base de
Operacionales CA3080, unos operacionales discontinuados del año de la
picor. Tengo de unos y otros, pocos, guardados, como reserva para cuando
lleguen los malos tiempos. Miro los esquemas de los emuladores, hay
grandes simplificaciones con referencia al circuito original (o
circuitos, parece que Dumbles no hay dos iguales). No hay nada especial,
nada mágico, solo unas pocas etapas de amplificación tipo Fender y a
correr, quizás el Tone Stack, parece mal dibujado. No, no lo está, en la
red hay más gente que opina igual. Me decido por el circuito de ROG
(estos tipos al final vendrán a por mí), bajo al sótano, retiro la mesa
de billar y abro la caja fuerte, cuando tengo el sobre (al vacío) lleno
de Jotas en la mano, me digo ¿qué estás haciendo? Es para pensárselo:
jotas auténticos, son más caros que el oro, los vuelvo a dejar donde
estaban, rebusco un poco y dentro de una caja de Ungüento Septuga hallo
lo que andaba buscando una tira de MJB201, los utilizaré, tendré que
currarme algún tipo de adaptador pero creo que servirán. ¿Por qué digo
creo?, son igual de buenos.
La Nueve de la mañana me he dormido con el soldador en la mano. Me
despierta el teléfono, un idiota desde Méjico me llama para pedirme que
siga esperando, me muerdo la lengua para no enviarle a la mierda y me
voy a dormir.
Vuelvo a despertar seis horas después, me duele la cabeza durante un
minuto hasta que recuerdo que la placa, el previo, está acabada.
Necesito una potencia, vuelvo a hurgar en mis cajones, en un rincón
encuentro Un TDA2822 una mierda de un Watio, que se suele montar en
televisores de gama baja, muy baja. Tiene una distorsión del 2% a plena
potencia, a los tipos del HiFi se les ponen los pelos de punta solo
oyendo su nombre, a mí me encanta, ese irsele la pinza al final del
recorrido del pote me pone. Una fuente ahora necesito una fuente, tengo
un trafo encapsulado de 12V, un regulador de 9V, los únicos
condensadores para filtro que me cuadran con la fuente que tengo en
mente de lo que tengo son unos Nithicon que gotean mojo en los días de
luna llena, dudo si usarlos para esto, pero ya no puedo parar y los
monto.
Al rato la electrónica descansa sobre mi mesa de trabajo. Marruecos le
gana a España en el televisor y yo soy aún más pobre. Con lo que tengo
por ahí comienzo a construir el gabinete, será algo sencillo. Me decido
por uno en forma de cubo, tolex marrón, mandos en la trasera, un altavoz
de seis pulgadas, Vox Yellow Bull Dog, procedente de un Path10.
Mientras estoy encerrando en una caja de chapa el previo y la potencia
cometo cien pequeños errores. Me sube la temperatura, el sudor me ciega,
en diez minutos estoy a punto de estropearlo todo. Cien alarmas suenan
en mi cabeza: ¡déjalo!, ¡déjalo ya! No lo hago, al cabo de una hora
examino mi obra, vaya bajón. Debería haber parado cuando lo pensé, las
manos me temblaban al recortar la trasera del combo, míralo: es un
desastre, el tolex está solo un poco menos que fatal... Basta, déjate
de lloriqueos, me digo, solo es un prototipo, has acabado, enchufalo. Lo
enchufo.
Silva un poco, no excesivamente, ya lo avisaban los tipos de ROG. Le
conecto la Casino. En nada encuentro sonidos interesantes, hay uno en
especial... suena como cuando intentas que una chica despierte, se
levante y se largue, pero ella se quiere quedar. Enfadada pero dulce.
Suena el teléfono, deben ser los tipos de México. Continúo tocando, ya
volverán a llamar.
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